lunes, 7 de octubre de 2013

Antigua fabrica de loza, Carmen de Viboral - Antioquia by Luis Del Rio


Corrían las últimas décadas del siglo XIX, cuando el señor Eliseo Pareja llegó a El Carmen de Viboral y descubrió la riqueza de la región en feldespato y cuarzo, minerales necesarios para la fabricación de piezas cerámicas.
Sería este personaje el fundador de la primera fábrica “Locería del Carmen” y el forjador inicial de una tradición de más de 110 años.
Eliseo Pareja, acompañado de Lisandro Zuluaga, provenían de la locería de Caldas donde trabajaban como operarios, ellos estaban en búsqueda de un lugar donde asentarse, ruta que los llevó a El Santuario y, posteriormente, al municipio donde le dieron vida a sus piezas cerámicas desde el año 1898.
Con el paso del tiempo comenzaron a establecerse nuevas fábricas de loza y algunos talleres en predios familiares, tanto así que en el año 1987 se contaban con 27 establecimientos dedicados a la producción de vajillas del Carmen de Viboral.
Fue de esta manera como algunos carmelitanos se hicieron cercanos a la arcilla, la fábrica, a los molinos rústicos con los que se generaba energía para procesar la materia prima y a la manera primitiva como se producían estas piezas de barro. Algunos artesanos recuerdan los largos trayectos por caminos reales, con pocillos, platos y tazas a lomo de mula, dirigiéndose a Sonsón y como destino final al centro del país.

A finales de la década de los 80´s, la fábrica de cerámica La Continental comenzó un proceso de exportación que aceleró su éxito y reconocimiento. Las vajillas del municipio llegaban a todo el país, se sabía del oficio de los ceramistas, se destacaron algunas de las pintas plasmadas por las decoradoras y se hablaba de más de 2000 familias que sobrevivían gracias a la producción de loza.
Sin embargo, a mediados de los 90´s disminuyeron significativamente los encargos de vajillas como resultado de la apertura económica (con la que ingresó cerámica al país a bajos precios) y el uso de materiales de plástico como utensilios cotidianos de cocina. Finalmente, estos factores provocaron que numerosas fábricas y talleres cerraran sus puertas.
Así finalizó lo que algunos llamaron la época dorada de la cerámica. Sin embargo, quedaron algunos talleres familiares que resistieron por el amor que profesaban los artesanos a la transformación del barro y porque todas sus vidas habían sido dedicadas a este oficio. Continuaron motivados por los recuerdos de otros días.

Cuando se pregunta por alguna vieja fábrica de loza, aparecen nombres como La Moderna, La Continental, El Cóndor, La Júpiter, entre otros. Algunos carmelitanos más, mencionan el recuerdo de carreteras veredales invadidas por recortes de loza en bizcocho, sin pintura ni esmalte: “las calles de Campo Alegre –dicen– tenían una apariencia blanca”.

Cibergrafía :  www.delcarmendecor.com
Fotografías: Luis Del Rio





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